19 December, 2014

Aguantá gordo, que tengo que llegar a lo de tu mujer y no entiendo nada.

"Aguantá gordo, que tenemos que llegar a Old Silent Hill y no entiendo nada".
Eso fue lo primero que escuché al despertarme. Estábamos en el autito soccer mom del Intolerante; éramos como diez, todos apelotonados y drogados. Jackie, o Dez, había colado pepa y estaba por prender un porro del tamaño de mi dedo índice.
Me quedé dormida encima de Bela y la Cortapescuezos, y te juro que no sé cómo no les corté la circulación; después del quinto litro de birra ya era peso muerto.

Veníamos de pasar una bella tarde a las orillas del lago Toluca, al cual apodamos "lago Tuca", porque para complacer a Samael le tenés que dejar tucas. Sino se pudre todo.

"Ah, te despertaste, hija de puta. Estás roncando hace dos horas", me dijo Bassie, en tono poco afectuoso. Bostecé, acepté el porro de Dez y murmuré "No entiendo nada". Desde el baúl, Nahuel gritó "PARÁ, PARÁ", risas. Banda de risas. Flora seguía durmiendo hecha bollito en el baúl, y el Profesor le toqueteaba el pelo a la Cortapescuezos. Cada loco en su nube de humo, como siempre.

De repente, se escucharon las sirenas.

"Uy, la concha de tu madre, ¿quién no tiró la tuca al lago?", el Profesor se agarró la cara, preocupadísimo. Todos me miraron a mí, porque era la más judía y drogadicta. "Hey, revísenme, giles. Tiré todo al lago ese horrible". Les mostré todos mis bolsillos y recovecos, y por el rabillo del ojo vi al Intolerante vaciar una cajita de Altoids por la ventana. "MAN, ¿QUÉ PUTAS TE PASA? Cagamos fuego, eh." Corrieron las puteadas y un par de lágrimas, Silent Hill se estaba yendo al carajo. El autito pegó una frenada importante, el pavimento delante nuestro se había resquebrajado y no había forma de pasar con el auto.

"Eu, niempedo me bajo, niempedo me bajo, no", decía Flora, que recién despierta y todavía drogada no entendía un carajo. Yo la miré, la agarré de los hombros y le dije "Negra, si no bajamos, no tenemos forma de escaparnos de acá, lo sabés. Calmate y vamos todos en filita."

Como media hora más tarde, logramos bajar del auto. La grieta en el asfalto era enorme, tenía mínimo dos metros, PERO era super saltable. Irina no daba más de todo y fue la última en saltar: "Che, me va a agarrar algo desde ahí abajo y no voy a llegar, no puedo, re no puedo saltar esto"; nosotros desde el otro lado le decíamos "DALE BOLUDA, A NADIE LE PASÓ NADA, VOS PODÉS, ES UN SALTITO NADA MÁS DALE". En cuanto pegó el salto, la grieta se abrió aún más. El Intolerante y Nahuel saltaron a ayudarla, ya que Irina había logrado aferrarse al borde. Desde el fondo de la grieta, se escucharon aullidos espeluznantes y empezó a brillar una luz amarillenta. "SÁQUENME DE ACÁ, LA PUTA MADRE", se desesperaba Irina. Los pibes lograron sacarla, solamente tenía un par de raspones en los brazos.

"Eu, ¿en qué calle estamos?", preguntó el Profesor. Bassie abrió el mapa, "En la calle Sagan". "Jajaja, Sogan", dije. Me miraron mal, porque la situación no daba para reírse: estábamos ebrios, drogados, algunos sin dormir, otros con una hora o dos de sueño y todavía en cualquiera. Me puse a ver el mapa. "Bueno, tenemos que seguir todo por Sogan, hasta cruzar el río este del orto, y ahí llegamos a la calle Bloch en Old Silent Hill. ¿A qué lugar teníamos que llegar para que todo esto deje de estar en cualquiera?", Bassie me contestó "La iglesia, me parece" "No, boludos, la escuela" "Pero en la escuela no pasaba un carajo" "¿No era el hospital?" "EL HOSPITAL QUEDA PARA EL OTRO LADO VOS ME ESTÁS JODIENDO" "BUENO BASTA, vamos a la iglesia, a la escuela, y si no nos morimos, al hospital"

Arrancamos la larga caminata, buscando palos o cualquier objeto contundente para defendernos. Ya habíamos escuchado un par de chillidos poco amigables, y Bela y yo estábamos frikeando jodido. "¿Por qué mierda se te ocurren estas ideas, Renholder?" "¿Vos por qué te dejaste convencer para venir, Intolerante del orto?", él suspiró y siguió buscando cosas entre los escombros. "Che, me quiero ir, loco", dijo la Cortapescuezos, abrazando por los hombros a su Profesor. Flora le contestó "Todos nos queremos ir, pero ya vamos a encontrar la sa-"

A lo lejos, venían tres double-heads, a los pedos. Nosotros seguíamos con palitos y piedritas en las manos. "Bueno, muchachos, acá es cuando tenemos que aplicar todas las giladas que vimos en películas y series: en rondita espalda con espalda, y LOS GOLPES EN LA CABEZA POR FAVOR NO SEAMOS PELOTUDOS", dijo Bela, que era la que más huevos le puso a la situación. Nos pusimos en rondita, cubriendo todos los ángulos. "Ah no, esto es una joda...", miré para donde estaba Dez: desde el abismo en la calle, salían mandarines. "Fue, corramos hacia los perros esos de mierda, los hacemos cagar, y no paramos hasta la iglesia". Y eso hicimos: entre los diez, logramos hacer pedazos a los double-heads, pero los mandarines estaban acercándose cada vez más. "LOCO, CORRAN LA PUTA MADRE, NADIE SE QUEDA ATRÁS", gritó Irina, mientras se sacaba las plataformas y se las tiraba a los mandarines. Empecé a correr agarrada de las manos de Flora y Bela; mis pulmones quemaban y sentía que me iba a caer al piso en cualquier momento. "La puta madre, debería haber dejado de fumar hace diez mil años", pensé, luego de palparme la campera y sentir alivio al saber que mis puchos y Zippo plateado estaban ahí, al ladito de mi corazón taquicárdico.

Estábamos llegando a la mitad del puente que conecta Central Silent Hill con Old Silent Hill, cuando desde debajo del puente salen dos night flutters. Frenamos todos de golpe, sin saber qué hacer, porque lógico, correr es al pedo porque estos hijos de puta VUELAN. "Chau, cagamos, los quiero mucho a todos y esto fue re lindo hasta que se fue a cagar todo por culpa del forro este", dijo Jackie, pegándole un empujón en joda al Intolerante. Entonces, it hit me: había traído dos navajas y una estaca, de ALGO tienen que servir. Saqué todo de la mochila mientras volví a correr: le tiré la semi a Flora, la estaca a Nahuel, y me quedé con la suiza. El resto de los pibes seguía con los palos más largos y las piedras más pesadas que habían encontrado. "LOCO, SIGAN CORRIENDO QUE YA CASI ESTAMOS", volvió a arengar Irina. "AAAAH, AYÚDENME, AYÚDENME". Uno de los night flutters tenía al Profesor agarrado, y la Cortapescuezos no sabía qué carajo hacer. Bela se trepó a los hombros de Nahuel, y logró clavarle la estaca en el cuello al night flutter; sólo quedaba uno, al cual pudieron bajar a piedrazos entre Bassie e Irina.

Entonces, escuchamos un desgarrador "NOOOOOOOOO". Un mandarín tenía agarrado al Intolerante, y lo estaba arrastrando hacia el costado del puente. Fui corriendo junto con Flora, para intentar rescatarlo, pero fue demasiado tarde: ambos habían caído al agua. "¿CÓMO MIERDA VOLVEMOS AHORA?", empezó a gritar Nahuel. "BOLUDO, ACÁ LA MAYORÍA SABE MANEJAR O TIENE UNA MÍNIMA IDEA, VAMOS A ESTAR BIEN", le contestó el Profesor, en pleno ataque de histeria, y frotándose los hombros: el night flutter lo había lastimado. Los otros mandarines habían desaparecido junto con el Intolerante y el mandarín que se lo llevó. Corrimos hacia la iglesia, no sin antes entrar en la estación de servicio y revisarla de lado a lado, buscando agua o algo para comer. Habíamos dejado todo el morfi en el auto, qué boludos.

Luego de vaciar la Shell, entramos en la iglesia. No estaba vacía: la Orden estaba haciendo el ritual.

"Perfecto", se escuchó la voz de Dahlia detrás nuestro, "la gente que necesitábamos para alimentar a Samael". "Eu loca, pará", le dijo Nahuel, "nosotros tiramos las tucas al lago y los bichos esos ya se llevaron al que no las tiró. Judío del orto". "Ah, ¿y? ¿Sos boludo? ¿En serio pensás que con dos o tres tuquit-" "EEEH PARÁ QUE FUERON COMO VEINTE LOCA, FRENATE AHÍ YA MISMO" le empezamos a gritar. Tucas, loco. Tucas. La tuca no se tira. El tucarioca es sagrado y no pudimos hacerlo porque había que complacer al dios este. "Ay, no...", dijo entre sollozos Flora. Los mandarines estaban entrando el cuerpo hecho pedazos del Intolerante, el cual arrojaron al centro del círculo formado por la Orden.

En ese momento, el suelo se abrió, las paredes temblaron, y las luces parpadearon violentamente... y salió Ella, el dios de los enfermos estos. Procedió a masticar el cuerpo del Intolerante. Bassie salió corriendo hacia la puerta, lo cual resultó imposible. "LA PUTA MADRE, ABRAN ESTO" "LOCO POR QUÉ VINIMOS ACÁ" "PARÁ, PARÁAAA".

Y Ella habló: "Eu, ya comí, ¿nos fumamos unas tucas?", dijo, mostrándonos sus manos llenas de fasos de tucas, y sus dientes afilados llenos de sangre.

Me desperté gritando y cubierta de sudor frío. "Uy, boluda, ¿estás bien?", me preguntó Bela. "Dejala, dormirse de pepa te da pesadillas, le cabe", contestó desde atrás el Profesor. Desde el asiento del conductor, el Intolerable le rechazó un porro a Dez, diciéndole "Aguantá gordo, que tenemos que llegar a Innsmouth y no entiendo nada".

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