01 June, 2010

Cuando la fonética y el sexo van de la mano

Nos encontramos en Parque Rivadavia, a eso de las 21pm de una iluminada noche de verano. Yo tenía puesto el vestido de mi última encamada, y él venía con otra de sus ocurrentes remeras. Nos saludamos como gente que se conoce poco y nada, y comenzamos a dar vueltas. No me acuerdo qué buscábamos, pero teníamos prisa... ¿Prisa de qué? No recuerdo.
Le comenté varias cosas sobre mi carrera, mientras mi cigarrillo se consumía entre mis dedos y mi boca. Él me miraba fijo, no pude entender por qué su mirada era tan indagante, más tarde me daría cuenta. Decidimos ir a tomar algo, y fuímos a un bar de por ahí cerca.
Ya eran las 22pm.
Entre tragos, risas, cigarrillos y miradas furtivas, se hicieron las 12am. -¿Nos vamos?, me preguntó. Yo, alegremente lasciva, le contesté que si.
Caminamos de nuevo hacia Parque Rivadavia, chocándonos el uno al otro. Nos sentamos en un banco, y la conversación se tornó a donde ambos queríamos llegar: apuestas de sexo.
De repente, metió su mano en el bolso y sacó algo, no recuerdo qué. Se acercó a mi oído, y mientras metía su mano bajo mi vestido, me susurró: -Apuesto que nunca te masturbaron en Parque Rivadavia, a la una de la mañana, mientras te ahogaban con una máscara de V.

Dicho y hecho, esa noche se convirtió en un borrón.

No comments:

Post a Comment

Inserte abajo críticas constructivas y destructivas, ¡ambas se aprecian!