19 November, 2010

Sobre casas, silencios y viajes.

La casa nunca estuvo tan callada. No respiraba, sólo se percibía el ruido de la electricidad. Las ventanas abiertas de par en par, las puertas cerradas, las cortinas se agitaban con la brisa primaveral.
La sala estaba iluminada por un sol de Octubre, ese sol que entra por la ventana y hace brillar hasta los objetos llenos de polvo. Yo no tenía nada para mirar, miraba al Vacío, a la Nada. Es bastante frustrante volver a tu casa y sentir que cruzás la puerta de un cementerio, silencio puro. Ni siquiera gente hablando, ni roces de hojas, nada. El tiempo se estaba consumiendo mi paciencia y mi último cigarrillo, y yo no miraba nada, solamente suspiraba y me iba quedando muda.
No sabía si pararme, si quedarme sentada, si meterme en la ducha, si mirar por la ventana. Pero imaginaba todo y mi cara no cambiaba: no es mi expresión favorita, la boca más chica de lo normal, los ojos apagados. Nada me divertía, no le encontraba nada gracioso a nada, y al parecer nada iba a modificar, siquiera en lo más mínimo mi estado de ánimo.
En un momento determinado, terminé por hastiarme. Me levanté de la cama, me vestí, agarré la mochila y me fuí de casa. No había nadie en la calle. Era y sigue siendo genial caminar por el medio de la calle, sin rumbo fijo y sin autos que te toquen bocina o que piensen que te querés matar o algo así. Me metí en la heladería más cercana, salté el mostrador y me llevé todos mis gustos favoritos, menos el mascarpone. Dios, ¿qué persona atroz inventó eso? Asesinos de paladares...
Me fuí, me metí en un kiosco y me llevé toneladas de cigarrillos y alcohol, y comida, cierto. No iba a tomarme todo sin haber comido más que helado.
Volví a mi casa, dejé las cosas en la heladera y el freezer, y me puse a escuchar música al volumen más alto posible. Qué copado, nadie podía decirme nada. Empecé a comer lo que había traído, y después a tomar. Pensé 'okay, estoy en mi casa, tengo todo lo que quiero al alcance de la mano. Me voy a agarrar un pedo épico, y cuando me despierte lo hago de nuevo.' Me bajé una botella de Gancia entera, y media de vodka. A la media hora estaba roncando entre cenizas, colillas y una manzana mordisqueada.
Cuando me desperté, entendí que todo era un sueño adentro de un sueño, y que alguien estaba a mi lado mirándome dormir, con una sonrisa. En silencio, y con las luces y ruidos de la calle haciendo eco contra su piel.

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