05 February, 2011

Pesadillas junto al mar.

...y rezándole al dios que nunca me contestó que seque toda lágrima de mi conciencia, se dejó caer al mar...


Toda historia tiene un principio, pero no estamos seguros si ésta que voy a contar lo tiene. Sólo sé que se sentía sola y que no lloraba porque, por decirlo de alguna manera, se lo prohibió a ella misma: no volver a derramar una lágrima por cosas que no lo merecían. Todas las noches antes de dormir se duchaba, y pensaba:
'Si hay algún poder superior al mío mismo, que maneje toda acción con su respectiva consecuencia, por favor, ayudame a superar esto porque no aguanto más.'
Y nada le contestaba. Salir con otras personas no la satisfacía, no se reía a menos que olvidase sinceramente que alguna vez dejó el alma en una alcantarilla o una cama sucia y la recuperó, casi de milagro.
Un día me la crucé, estaba realmente bien vestida: tenía puesto un vestido floreado, zapatillas y el pelo suelto le brillaba bajo el sol, y su piel emitía un perfume casi imperceptible pero que si te acercabas lo suficiente te dolía de solo respirarlo. No entendí en el momento qué significaba, hasta que se sentó adelante mío y me dijo:
'Es melancolía; como no pude deshacerme de ella a tiempo ahora emana por cada poro de mi piel... Huele bien al principio, es suave, pero al respirarlo seguido te hace doler todo el cuerpo...'
Me agarró fuerte de las manos y me dijo que tenía que hacerlo, que su propio olor y todos los recuerdos que le traían la mareaban y hasta a veces la hacían desmayarse...
'No aguanto, ¿sabés? No poder estar bien, o no poder pasar un viernes sin que vuelva todo eso a mí. No lo quiero, no lo necesito y no puedo sacármelo de encima.'
La abracé muy fuerte, le di un beso en la frente y la acompañé a la orilla de la playa.
'Te quiero ¿sabés?, lo aguantaste muy bien, y no sé... Va a salir bien, yo te cuido.'
Le sonreí, y la vi nadar hasta el muelle: con una rapidez increíble -teniendo en cuenta que el agua estaba muy fría- se trepó y caminó hacia la punta. Mientras la veía nadar, le pedía a nuestro mismo poder superior que la ayude a cambiar de opinión, que la salve...

Y ya saben cómo termina la historia.

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