06 March, 2015

Empecé a desconfiar de mi subconsciente el día que dejé de soñar. No, no era “dejé de recordar mis sueños”, era realmente haber dejado de soñar.

Había dejado de consumir drogas hace muy poco tiempo, entonces lo pensé como un efecto secundario. Internet no decía nada al respecto, páginas prácticamente en blanco pasaban frente a mis ojos día tras día. No tenía libros en mis bibliotecas para consultar, así que decidí caminar hacia la biblioteca municipal.

Ese día la calle estaba horriblemente tranquila, el Sol brillaba en el cielo y el viento frío movía las hojas. Escondí mi nariz en mi bufanda y tirité, luego de una oleada de viento particularmente helado.

Me resultó muy extraño que la bibliotecaria me deje pasar como si nada, sin pedirme mi carnet, sin mirarme a los ojos. Al entrar, la gente no levantó su cabeza de sus respectivas lecturas. Raro, pero no tan raro. Fui hacia la sección científica, seguramente ahí había algo sobre mi falta de sueños…

No, nada. Busqué libros sobre estudios del sueño en la sección esotérica, y encontré uno que me llamó la atención inmediatamente: totalmente negro, las tapas eran duras y estaban recubiertas de cuero opaco. Lo abrí. Estaba vacío.

Empecé a alterarme. ¿Cómo era posible que en una biblioteca no hubiese…

Llegué a la mitad del libro negro. Había unas palabras escritas: “no podés soñar porque estás viviendo dentro de un sueño. Estás en coma. Despertate”.

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